Mirando las cascadas y pensando (Ginny )

El tiempo había pasado ya, mas sin embargo para mi todas esas semanas transcurridas se habían vuelto lentas, casi tortuosas, los sucesos que habían ocurrido tras la muerte de Dumbledore nos había marcado la vida a todos; a mis hermanos; a mamá que todo el tiempo tenía miedo y estaba muy nerviosa; Hermione que ahora estaba con Draco; y lo que más me dolía quizás siendo egoísta de mi parte, el alejamiento de Harry, lo amaba, nunca lo había dejado de amar, por las noches mis sueños eran interrumpidos por su imagen, mi corazón latía desbocado cada vez que alguien pronunciaba su nombre; eran tiempos difíciles, yo entendía y entendía por lo que él pasaba, “su misión”, pero me enfurecía su “noble” causa de querer mantenerme a salvo ¿Por qué no podía entender que lo seguiría a donde quiera que fuese? Pero si me ponía en su lugar, yo hubiera hecho lo mismo por él y por tanto pretendí seguir con mi vida si eso era lo que le satisfacía, si eso le hacía feliz, no obstante, cada beso, cada caricia ajena me obligaba a pensar en Harry.

Y, fue de pronto cuando hacía deberes en la sala común que una lechuza atravesó la ventana y dejó caer sobre mi redacción de encantamientos un trozo de pergamino, mi corazón dio un vuelco al reconocer los garabatos de Harry, e incrédula abrí la carta, lo que me traía a este lugar en este momento, caminando apresuradamente por los terrenos de Hogwarts, burlando la “seguridad” para escapar a su lado esperando no fuese una broma, llevaba el pergamino en mi mano derecha, arrugado y ya desgastado de las tantas veces que lo leí.

Sonreí ligeramente escuchando en sonido de la caída del agua anunciándome que estaba cerca y entonces lo vi de espaldas a mi admirando ese paisaje mágico de la naturaleza, era él, reconocería su postura y sus cabellos alborotados en cualquier lugar.

—Harry…—susurré su nombre lo suficientemente alto para que me escuchara.

Él se volvió hacia mí apenas escuchando mi voz y logré ver su rostro tal cual lo recordaba, como si no hubiera pasado el tiempo, quizás algunos días y nada más; mis piernas automáticamente antes de que yo se los ordenara se movieron con urgencia convirtiendo pasos en un andar desesperado, deseando estar mas cerca de él que nunca; mis brazos le rodearon en un afectuoso abrazo lleno de significado y la calidez de su cuerpo se me antojó mas que agradable cuando correspondió el acto, lo había extrañado tanto pero ahora estaba ahí conmigo y nada me importaba más.

Contra mi voluntad tuve que separarme un poco de él para poder mirarlo y sonreírle, decirle sin palabras que lo amaba, quizás él ya no sentía lo mismo por mí…

— ¿Cómo no venir? —pregunté serena—Harry, te he extrañado tanto y durante todo este tiempo esperaba noticias directas de ti, ni Ron ni Hermione me decían nada que valiera la pena, yo necesitaba saber que de verdad estabas bien, ahora estoy tranquila—lo besé en ambas mejillas y me volví a alejar un poco quedando a escasos centímetros de su rostro.

Miré sus ojos con intensidad y deseo a través de sus gafas, mis brazos rodearon su cuello.

—Eres un tonto, Harry Potter—dije con fingida seriedad.

Como le deseaba, y justo en ese momento me vino la imagen de otro chico, dejé que se desvaneciera de mi mente y me atreví a romper el espacio que separaba nuestros rostros, mis labios titubearon en los suyos por un instante, reconociéndolos, pero después se convirtió en un beso intenso, que no quería terminara jamás.

Escuché sus palabras con atención y paciencia infinita, a veces Harry era un cabeza dura, siempre se sacrificaba por los demás y aunque no me gustaba se estaba sacrificando por mí, ¿Por qué no entendía él? Esas palabras suyas estaban llenas de significados pero no podía resistir no besarlo, era imposible mi fuerza de voluntad junto a él era nula y quizás esta sería la última vez que estuviera con él, o podrían pasar varios años más. Así que volví a besarlo, una y otra vez.

—Harry por favor, no me digas que está bien y que está mal—le reté—Si tú haces lo que quieres sin escuchar a los demás ¿Por qué yo no puedo?

Suspiré, quizás estaba siendo demasiado dura pero él tenía que escucharme.

—Dime, si ese chico no existiera… ¿tu estarías conmigo?

Dejé la pregunta en el aire perdiéndose con los sonidos de la cascada, me alejé de él, soltándome de su abrazo, desprendiéndome de su lado como hecho inevitable; caminé hacia la linde de acantilado y me senté en el límite observando las cascadas y la luna que bañaba con su luz plateada las aguas, abracé mis piernas y coloque la barbilla sobre mis rodillas.